Última infancia en los pueblos de Castilla.

Al igual que en muchos otros pueblos de la España rural y profunda (tal y como la llaman algunos), en Chércoles y en los pueblos de alrededor, la generación de los 80, será la última que vea desarrollar su infancia al abrigo de los miles de pueblos que salpican la tierra castellana.

Soria, al igual que otras provincias españolas como Teruel, Segovia o Ávila, posee una densidad de población inferior al 0,35%, y este dato a ido en descenso desde hace varias décadas. La tendencia, lejos de invertirse, es que cada vez más las personas emigren hacia núcleos urbanos más grandes.

La Garduña es la revista que se edita en la Asociación Cultural Los Elegantes de Chércoles. En ella, además de información sobre las fiestas y los distintos eventos que se llevaran a cabo, suele venir un artículo. Estos días no escribí nada en el blog porque estuve centrado en escribir este artículo. Líneas que no significan nada más que los recuerdos de dos amigos de la infancia que tuvieron la deferencia de compartirlos conmigo para que yo pudiera escribirlos.

Os dejo el artículo para ver si toco un poco vuestra vena sensible en este día, 7 de julio, San Fermín.

La última infancia de Chércoles

Dos quedamos en el bar, dos de los últimos que habíamos crecido en Chércoles, dos de los tres que siempre estuvimos juntos y que poco a poco supimos que nuestra aventura y nuestra infancia tenía una fecha de caducidad que había sido escrita mucho tiempo atrás.

Chercoles LLavesLos dos nos miramos y en un momento lo vimos claro, ninguno quería irse a dormir, ninguno quería dejar de ser lo que éramos para ser otra cosa. Aquella era nuestra última noche y después de aquellas últimas horas, cada uno tomaríamos rumbos distintos y el pueblo, nuestro pueblo y el alma que en él vive, se quedaría un poco más vacía como había venido pasando desde hace ya muchos años.

Solo una mirada entre hermanos, amigos de toda la vida, primos o parejas puede decir lo que aquella mirada dijo. En un segundo nos acordamos de todas las historias que al cabo de muchos años recordaríamos con el cariño del que se sabe casi único.

La noche de la helada, con todo el pueblo reunido en el bar, donde pasamos uno de los mejores ratos de aquellas fechas. El agua se helaba casi al instante cuando caía sobre el asfalto y la idea estaba clara… congelar más si cabía, las calles del pueblo con cubos de agua. No se podía describir el frío que hacía, ni la sensación de saber que el pueblo congelado era, en parte, obra nuestra. Chiquilladas de niño en ese momento que se transformó en una anécdota que perdurará para siempre.

Las hogueras improvisadas en medio de la calle, remedio inteligente, casero y perspicaz para evitar o directamente deshelar las tuberías que llevaban el agua desde el depósito a las casa de Chércoles. Mano a mano con los vecinos, con nuestros padres, con la familia que éramos el pueblo entero.

El Jabalí que se quedó dormido en la plaza del pueblo y que a la mañana siguiente hubo que espantar. Cómo las madres nos protegían como si aquel animal tuviera la menor intención de hacernos daño y cómo, los pequeños que estábamos, intentábamos escaparnos para ir con nuestros padres detrás del animal.

El rancho que el buen Sixto, el pastor del pueblo, hacía en la casa de la plaza, ese olor que llegaba a Chercoles Arboltodos los rincones y que hacía que el corazón te diera un vuelco porque sabías que significaba que el buen hombre había vuelto de estar con su ganado. Como cuando Sixto bajaba al bar, nunca hubo problema porque no se aclarara con las cuentas, porque tabernero y clientes le ayudaban encantados al igual que él ayudaba, siempre que era necesario, a cualquiera que necesitara una mano amiga.

La burra del pastor y las perrerías que le hicimos, los trozos de pan duro que le dábamos para que anduviera y poder “galopar”, aunque solo fuesen 20 metros, a lomos del animal. Como aquella noche de disfraces, hará ya unos cuantos años, varios muchachos del pueblo la hicieron participar en uno de los mejores disfraces que hubo hasta la fecha.

El horno donde se hacían las perronillas y las magdalenas, el pueblo reunido en torno a él y lo que nos caía de propina para merendar o almorzar. Ese olor que se quedaba en la ropa, que con el tiempo pasó a ser un olor que se quedaba como añoranza de tiempos pasados.

El miedo que pasamos cuando varios lobos empezaron a comerse al ganado, y el alivio y orgullo de pertenencia que sentimos cuando finalmente el problema se pudo solucionar y no fue a más.

Las tardes primavera y de otoño, los que éramos, siempre juntos, haciendo arcos y flechas, jugando al golf, descubriendo sitios abandonados, las horas de frontón, las conversaciones interminables en el calvario, las cocheras que acababan por derrumbarse y las carreras y excursiones con la bici.

Pero sobre todo recordamos cómo compartimos una infancia que no cambiaríamos por nada del mundo y que nos acompañaría allá donde fuéramos. Infancia que con el paso de los años valoraríamos como se merecía, al saber que nosotros íbamos a ser los últimos de una historia que comenzó mucho antes.

Nos despedimos con un abrazo que en ese momento lo significó todo y cada uno pusimos rumbo hacia nuestra casa. Fui fijándome en cada piedra suelta de la calzada, en cada socavón por el que había intentado saltar con la bici, cada puerta que en más de una ocasión había golpeado para pedir esquilo, las ruedas de los tractores aparcados fuera de las cocheras que en más de en una ocasión se congelaron… detalles que sabía que quería retener en mi memoria para poder llevarme una parte allá donde fuese.

Entré a la casa casi sin hacer ruido, ya era tarde y no quería despertar a mis padres porque en algo menos de dos horas nos levantábamos para ponernos en marcha. Me puse el pijama pensando en todo aquello que había visto camino a casa y que no quería dejar de recordar. Poco a poco una sensación de desazón me invadió por completo. Debajo de dos mantas y abrazado a mi almohada, como si tuviera la capacidad de retener los momentos vividos, supe que, por mucho que otras ciudades pudieran darme, nada podría compararse nunca a la infancia que el alma de Chércoles me ofreció, ni a los momentos que, desde entonces, pasaron a formar parte de mi ser.

Yo era uno de ellos, de los últimos y así tenía que ser.

 

@Dedicado a todos aquellos niños, última generación de la infancia de Chércoles.

El poder del timbre…

Siempre me he admirado a la gente que conduce bien, quizás porque siempre me gustaron los coches y desde hace un tiempo les tengo la admiración y el respeto que se merecen.

La primera persona que admiré conduciendo fue mi padre, normal si tenemos en cuenta que fue el que me enseño a conducir. Tiempo después de sacarme el carné de conducir me di cuenta de que efectivamente trazaba las curvas con una trayectoria medida milimétricamente y rara vez no prestaba atención a lo que tenía entre manos. Respetuoso con los limites, las indicaciones y las obligaciones aunque su coche tuviera 90 o 167 CV. Nunca pasé miedo en ningún de los viajes que compartí con él y no creo que lo pasé jamás ya que ahora soy yo el que intento llevarle 🙂

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La segunda persona fue mi hermano mayor, el me enseño buena parte de la mecánica de los motores y por eso y por su manera tranquila y sin fallos de conducir se ha ganado mi respeto año tras año. Es como IceMan en Topgun, nada le pone nervioso y lleva al extremo la meticulosidad de sus maniobras. Bien fuera con un Citroën C3, un Ford Ka o cualquier otro modelo de coche su manera de conducir ponía de manifiesto en cada gesto y acción que para el conducir, no era solo conducir, era mucho más y como tal así lo llevaba a cabo.

La tercera persona es Miguel Castresana. Ni peor ni mejor, distinto. Si Carlos es IceMan, Miguel es Maverick, nacido con un don innato para la conducción, un “algo” difícil de explicar que hace que la experiencia merezca la pena en todos los sentidos. Trata a su coche como el protagonista de Transporter trata al suyo, fiel reflejo de que para él es casi un ser vivo. Las conversaciones sobre coches que nos compraríamos han sido memorables y dentro de poco, uno de los dos, tendrá más cerca a uno de nuestros favoritos.

Cualquiera de esta tres personas sería feliz en Bremen… sobre una bicicleta! El poder que tiene el timbre (obligatorio para poder circular en esta ciudad) va más allá de cualquier otro que pudieras conseguir incluso con un Hummer. El carril bici es La Vía Lactea de los pilotos que llevan sus vehículos sin importar que o quien puede traspasarla.

Ir montado en tu bicicleta durante los primeros días crea algo de tensión ya que eso del carril bici por toda la ciudad es algo a lo que en Madrid no estamos acostumbrados y por lo tanto choca de frente que la preferencia de la bici sobre el resto de creaciones de nuestro señor se ABSOLUTA.

El termino absoluto se refiere al todo o a la totalidad; durante este tiempo he visto sonar un timbre y que una abuelo que andaba en tacataca saltara cual gacela para ponerse a salvo fuera de la vía del demonio sobre ruedas. No importa que un hombre este descargando la furgoneta, la persona en cuestión esperará a que la o las bicicletas hayan pasado para terminar de descargar la mercancía. La mayoría de las veces la gente que se encuentra cerca del carril suele tener la precaución de mirar siempre antes de cruzar pero, y esto me pasó a mi hace dos semanas, cuando una persona no mira y casi es atropellada por una bicicleta (es que se veía que se iba a meter), pide perdón como si en lugar de haber traspasado la línea hubiera saltado a los profundidades del averno disfrazado de querubín y cantando villancicos.

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El poder del timbre es absoluto, coches, motos, personas de toda clase y condición… nadie se escapa de su control. Incluso, si deseas adelantar a una bici, con un simple gesto de tu pulgar, verás como la otra bicicleta se aparta hasta donde sea necesario con tal de que puedas adelantarla y no entorpecer tu camino.

Lo más asombroso es que si hay algún tipo de bloqueo, las personas que se encuentren andando por la acera se detendrán para que los vehículos de satanás puedan circular ya que ellos son los elegidos.

¡Ay queridos tres ejemplos de conducción! Como os gustaría poder gozar de ese poder, pasear sin miedo al atropello, a los atascos, sin estar alerta del que vino por un lado o el que se marchó por el otro. Que placer sería que pudierais sentir la fuerza que emana de esa pequeña caja con forma de concha, hacer vibrar su mecanismo para dejar fluir toda la energía que hace que cuando vas encima del caballo de La Parca, nada se interpone en tu camino.

pues ya han pasado dos meses!

Ironías del destino, ya que un 25 de Abril, cumpleaños de un@s cuant@s amigos mios, boda de una muy amiga mia y dia de San Marcos, viajé para empezar mi miniaventura en las tierras de los trotamúsicos.

Pues han pasado dos meses exactamente desde entonces y ya tengo mi billete para la primera visita fugaz a mi ciudad natal… Madrid. No tendremos playa pero no nos hace falta porque nos tenemos los unos a los otros y cada barrio es una ciudad distinta, con sus bares, sus tiendas, sus personajes, etc. Si tienes la suerte de tener amigos en barrios distintos de la capital descubriras muchas maneras distintas de tirar una Mahou porque no sabe igual cuando la dejan correr que cuando utilizan la espatula, cuando le sueltan gas que cuando «tumban» el vaso, el que te da la caña rebosando con el que te la sirve para enmarcar, … hay cien Madrid dentro del mismo.

En estos dos meses he pasado por Bremen, Kassel y la ruta de los Hermanos Grimm, Colonia, Berlin, Lübeck, Hamburgo, Copenhagen, Praga y finalmente acabo la primera etapa de la aventura en Madrid, donde todo acaba y donde todo empieza.

Hace casi dos meses empecé a escribir este blog y continuaré haciéndolo mientras pueda para que me odieis un poco más viendo los post en facebook, twitter, WordPress, … desde entonces he escrito la nada despreciable cifra de 46 entradas, he tenido casi 2200 visitas, casi 800 visitantes y 32 comentarios. Lo mejor y lo que más ilusión me hace es poder ver el mapa que muestra desde donde se accedió al blog. Os pego un pantallazo para poder compartilo con vosotros ya que me hace pensar mucho en la cantidad de amigos y famlia que tengo dispersada por el mundo al igual que lo estoy yo.

Mapa entradas Blogs

¡Si os gusta una entrada no os corteis y compartirla donde más os apetezca! ¡El conocimiento humano pertenece a la humanidad!

Si más me despido durante dos o tres días que estaré con mi familia y amigos.

Ingeniería Alemana…

Los últimos coletazos de la época de los samuráis en Japón, coincidió con el despertar al mundo de ese país. El emperador estaba haciendo que sus emisarios contrataran expertos de todos los países para modernizar al país del sol naciente y hacerlo entrar en una nueva era. AL igual que abogados franceses y banqueros ingleses, el emperador había pedido explícitamente ingenieros alemanes, ya que, durante mucho tiempo, habían sido considerados los pioneros en este campo.

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Hoy en día sigue viéndose de esta manera y el gran motor de Europa se apoya en su industria para continuar su andadura hacia una tercera era de prosperidad duradera. La percepción sobre la valía de la ingeniería alemana está lejos de cualquier duda y el potencial de sus empresas son prueba de ello.

Al entrar en una obra uno piensa que todo el mundo ira de blanco, nadie hablara y todo el personal entrará a las 8:00 y se irá a las 17:00. Esto es algo que cada vez veo menos en las obras que hay por la calle, con la coincidencia de que entre dos tardes a un edificio en obras y ahí seguían trabajando los operarios.

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El otro día entre en una tienda conocida (H&M) en busca de unos pantalones cortos ya que estábamos alcanzando los 30 grados y sinceramente es algo que cuando hice la maleta no había previsto en absoluto. Buscando mis pantalones encontré el piso superior en obras y que una sección de la misma estaba tapiada con paneles de “corchopan” en precario equilibrio. La música de la radio de los operarios se mezclaba con la música y de la tienda , los mozos y no tan mozos que llevaban a cabo la reforma voceaban al más por estilo “Manolo y Benito”.

No fue todo eso lo que más me sorprendió, al alzar la mirada al techo descubrí que la cinta americana no solo vale para hacer que los aviones vuelen, sino también para pender sobre las cabezas de los distraídos compradores, ávidos de rebajas, la losetas del techo que cubren cables, vigas y hormigón.

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Grata sorpresa en parte de ver que chapuzas son todos cuando se hace sin ganas, y cierto respeto ya que abandone aquella sección no vaya a ser que no fuera cinta americana de verdad y en su lugar la cinta adhesiva del chino estuviera haciendo su función.

Por supuesto, uno que no es de pueblo pero le hubiera gustado serlo, hice fotos para poder compartirlo en perfecto castellano y tener una excusa para decir que aquí, como en todas partes no es oro todo lo que reluce y que no sé cómo sería antes pero ahora “Alemania y España misma cosa”

Ruta de las Hadas… o de los cuentos de los hermanos Grimm (2ª Parte)

¡Por fin llegó el día de visitar el museo de los Hermanos Grimm! Me levanté feliz cual niño con balón de futbol nuevo. Estaba nervioso ya que, después de buscar mucha información por internet, descubrí que había ilustraciones de los propios hermanos Grimm de alguno de los cuentos. Además se podían leer las verdades historias y leyendas que tuvieron que ser modificadas, en beneficio de la integridad mental de los niños alemanes.

Bajamos a desayunar pensando con mucha hambre por mi parte, debido en su mayoría por las ganas de ir al museo. El desayuno fue el típico buffet de hotel, nada que destacar excepto que tenían naranjas naturales, algo que en Alemania es de agradecer dado que suelen ser caras. Cualquier parecido con las naranjas españolas era como los cuentos, pura fantasía. En fin, por lo menos mataba el gusanillo y la morriña.

hermanos Grimm estatuta

Después de comer más de lo que debiera, siempre me pasa en los buffet de desayuno, nos dirigimos en busca de nuestro VW Polo rojo puta (siento el adjetivo pero es que de verdad que era rojo puta). 6 minutos en coche hasta el museo.

Vamos a ver yo entiendo que el viernes 3 de Abril, Viernes Santo, celebrado por prácticamente todas las vertientes de la iglesia católica, el museo estuviera cerrado pero ¿qué un sábado de Semana Santa también lo cierres? ¡Por favor! No me lo podía creer, había trastocado por completo mis planes… y lo peor, mi ilusión.

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Con la decepción como bandera de nuestro ánimo, nos dirigimos, con tiempo de sobra, hacia nuestro siguiente destino. Alsfeld. Este pueblo parece salida de una postal y, para muchos, es una de las localidades más bonitas de Alemania. Lo que más nos sorprendió fue el Ayuntamiento gótico, que es del siglo XVI y donde se puede apreciar la construcción típica de la zona con entramados de madera y base de piedra. También está el palacio renacentista Hochzeitshaus que es llamada la casa de las bodas y por supuesto la casita en la que se dice que vivía Caperucita Roja (Rottkäppchen en alemán). Después supimos que no es original de este pueblo, pero me imagino que por si es por ganar turistas que no quede.

Alsterd

Después de comernos un helado en una pequeña tienda italiana, fuimos en busca de una tienda de artesanía que en internet la ponían como la séptima maravilla. He de decir que si las expectativas son tan altas, al final, la impresión es menor. Es verdad que tenían miles de cosas, algunas bonitas y otras prácticamente desechables hasta como leña de chimenea, pero la verdad que la tienda era gigantesca, con pasadizos y pasillos que acababan en tejados de casas anexas al edificio principal. Después de recorrerla entera, y no haber encontrado nada, fuimos en busca de nuestro pequeño VW Polo para proseguir la aventura hacia Schwalmstadt.

tienda Kassel

De camino al coche encontramos, justo al lado del museo de los cuentos, por supuesto cerrado, una pequeño sapo con una corona…pobre príncipe encantado! Quizás llevara mil años esperando a un príncipe galante y apuesto y no a una princesa, como desde siempre se había presupuesto. Recordad que los cuentos se modificaban por aquello de la moral. No me lo pensé dos veces y bese al príncipe sapo esperando que el milagro se produjera.

sapo

No os diré si sucedió el milagro o no, solo diré que el Sapo no resultó ser amante de los príncipes…

En poco más de veinte minutos llegamos a Schwalmstadt. Ciudad dividida en dos partes. La parte antigua es espectacular. La antigua ciudadela crece en torno a una plaza de tamaño considerable donde pueden apreciarse edificios con más de 400 años. Alrededor de la pequeña ciudadela se mantiene intacto el foso que antaño protegía la ciudad de posibles ataques invasores. El agua fluye por el foso como si no hubiera pasado el tiempo y los puentes, hoy de cemento y hormigón, permiten el paso a vehículos y transeúntes ajenos a la historia que contemplan a diario.

Prácticamente la totalidad de los edificios seguían el mismo orden arquitectónico de entramado de madera, creando un ambiente de ensueño y de cuento. Además se conserva el antiguo fuerte y posterior cárcel en una de las riberas del rio y con acceso desde la plaza. Si vais por la zona no os lo podéis perder.

traje caperutcita Vidriera

Después de internarnos en el museo de Caperucita Roja nos enteramos de que el cuento está basado en el traje típico de la zona, bastante menos glamuroso que el del cuento, y que venía por una pequeña historia que se contaba a las niñas para que no se fueran con extraños, representados en la figura del lobo. El museo en si no tiene mucho sobre el cuento pero sí sobre las costumbres, trajes típicos evolución de la comarca. Aperos y husos antiguos, mapas y sobre todo el edificio donde se ubica, con algunas vidrieras dignas de ser fotografiadas y algunos carteles de casas con más de 400 años.

Capertucita

La parte más nueva tiene menos que ofrecer si no fuera porque ahí se encuentran las estatuas de caperucita y el lobo y de un cuento que recuerdo con especial cariño. El cuento de los 7 cabritillos.

Hay partes de la memoria que creo que se ven dañadas con el paso del tiempo y que los recuerdos que se guardan se ven alterados o seccionados manteniéndose sólo fragmentos. En mi caso hay fragmentos de esta memoria que tienen una potencia superior al resto, el problema es que son recuerdos parciales de, imagino, historias muchos más largos. La historia de los siete cabritillos la tengo a fuego grabada en mi cabeza por un recuerdo de mi querida abuela Isabel que nos contaba ese cuento a los tres hermanos. No recuerdo donde, ni como era de largo, solo recuerdo el sonido y la cara de la yaya imitando a la madre de los cabritillos cuando le sacaba a sus hijos y le metía piedras en la barriga mientras dormía.

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Que ilusión me hizo encontrar la estatua que honraba este cuento, más incluso porque desconocía de su existencia y la sorpresa fue enorme. Sin duda uno de los mejores recuerdos del viaje que en su momento guardé para mí y que espero que no se fragmente, con el paso del tiempo, en mi memoria.

Última parada del día antes de volver a Kassel, Bad Wildungen, allí hicimos una visita rápida al castillo de Friedrichstein, dónde nació la leyenda que decía una joven princesa murió allí envenenada y rescatada por siete encantadores seres del bosque, preludio de Blancanieves y los siete enanitos. El centro histórico es muy bonito, fácil de recorrer a pie, pero al ser sábado el castillo había cerrado muy pronto y nos quedamos sin poder visitarlo. Una pena ya que por fuera prometía bastante aunque nosotros estábamos ya muy cansados y la pena fue un poco menor dado que nuestros pies podrían descansar al fin.

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Esa noche no hubo cena homenaje y dos sándwiches regados con cerveza fueron una cena más que justa para poder echarnos a dormir cuanto antes. Al día siguiente los cuentos seguirían fluyendo y teníamos por delante a Rapunzel, el bosque encantado y por supuesto la cena homenaje que teníamos planteada.

De fotos y recuerdos

No recuerdo cuando la cosa se descontroló hasta el punto de ser inmanejable. Por supuesto me refiero a las fotos, ya que de eso va esta entrada, de las fotos y los recuerdos que atesoramos. De esos recuerdos, momentos y pensamientos que intentamos plasmar en una fotografía intentando congelar ese instante para ser capaces de vivirlo eternamente.

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Con la llegada de las cámaras digitales todos empezamos a disfrutar de un nuevo universo de posibilidades a la hora inmortalizar todos los momentos que para nosotros eran importantes. El abanico era enorme y a medida que la tecnología evolucionó el número de fotos y videos que se generaban ascendía como el gas carbónico de una Weißbier.

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Cámaras de video, cámaras de fotos, móviles, tablets y hasta relojes se unieron entre sí en la incesante creación de una biblioteca audiovisual que poco a poco empezaba a crecer en número de elementos de una manera exponencial, sin un orden lógico y con el caos como más fiel aliado.

Después del viaje a México para asistir a la boda de mis, desde entonces, hermanos Jhair y Ana Sofía, empecé a crear carpetas con el nombre de los viajes o de los momentos que eran especiales. Bodas, bautizos, despedidas, fiestas del pueblo, viajes… las carpetas crecían incesantes ya que me había propuesto no perder el registro de ninguna de mis aventuras. El problema era que todavía tenía que ordenar todas las fotos que tenía anteriores a la fecha y seguir con esa dinámica de ahí en adelante.

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Al venirme a Bremen lo tenía claro, una de las primeras cosas que haría sería terminar de ordenar las casi 35.000 mil fotos y videos que tenía en mi ordenador. Tendría que borrar, mirar fechas, comparar y revisar copias de seguridad para dejarlo todo perfecto y poder continuar desde ese punto. ¡Una vida de recuerdos plasmado en las que me parecen pocas fotos!

Esto me ha hecho pensar en el valor que, para nosotros y para nuestros padres, tienen las fotos de cuando éramos y eran pequeños. Para la generación del setenta y tantos y del ochenta y pocos, es más fácil descubrir fotos de nuestra infancia, incluso de cuando nacimos, pero para nuestros padres, que conocieron las fotos en blanco y negro, son tesoros que engloban años y años de recuerdos y añoranza en un rectángulo que apenas llega a medir 10×12 centímetros, y eso en el mejor de los casos.

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Las fotos de los abuelos son ya otra historia, no engloban periodos sino vidas enteras. Aquellas fotos de retratos enmarcados en óvalos que delimitaban a cada uno de los miembros de la familia. Todos rostros serios, con instantáneas tomadas de frente y en blanco y negro. Recuerdo que cuando era pequeño, en Chércoles, había retratos como esos, en las casas de los parientes, que me perturbaban desde las paredes. Parecía que miraban vigilantes cualquier movimiento indebido que hiciera y que le contarían al pariente de turno el más mínimo desvío de lo que se presuponía una actitud correcta.

Hace tiempo que dejé de ver esos retratos así y ahora los miro con más respeto y cariño ya que sé lo que implican y lo sentimientos que ocultan detrás de negativos de acetato o películas cromogénicas.

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El domingo pasado acabe, por fin, de ordenador todas las fotos. Dulce tortura, miles de fotos han hecho aflorar más sentimientos y recuerdos, si cabe, que fotos tengo. Viajes, instantáneas de un momento determinado que intentan plasmar algo único, amigos perdidos, Chércoles año tras año… incontable desde un blog pero fácilmente entendible por cualquiera que en un momento de su vida revisara todas sus fotos.

Os dejo varias fotos que creo que marcan momentos importantes y espero que las disfrutéis tanto como yo las disfruté en su momento, recordando aquellos tiempos. Lo mejor está por venir, ¡seguro!, así que espero que estas 35 mil sean sólo el comienzo.

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@Por orden de aparición en el texto: Primera visita en solitario con la avioneta a Chércoles / La primera rosa de plastilina que hice en un campamento / El cartel de la fiesta de cumpleaños sorpresa a mis padres donde nos juntamos toda la familia / Primer día en el camino de Santiago en Ponferrada / Una foto de cuando era pequeño / Uno de los muchos viajes a Cerler a esquiar.