En Madrid a 40 grados…

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Eso de pasar de dormir con edredón a dormir encima de la cama cual pollito achicharrado es algo que no tiene que ser bueno.

Había dejado Bremen con 20 grados o menos, ligeras lluvias durante la mañana y un sol que salía de vez en cuando para dar muestras de su existencia, sin grandes alardes pero disciplinado como buen alemán. En Madrid me encontré 40 grados, chanclas y niños sin camiseta disfrutando de lo que debería de ser un verano de verdad.

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A pesar de que sólo llevo dos meses aquí sí que noté una diferencia principal. No fue lo típico de que los españoles gritamos mucho, ni de que España huele a ajo como decía Victoria Beckham, tampoco que los coches fueran más antiguos ni que hubiera más o menos pobreza. IMG_9733La principal diferencia que encontré fue “el verde”, eché de menos el césped, los cientos de árboles formando en las calles y flanqueando las calzadas, los miles de parquecillos improvisados fruto de la naturaleza y de su lucha por perdurar, las riberas del rio con la maraña de árboles que lo cubren y te hacen pensar que la ciudad está a varios kilómetros de distancia, la sensación de estar en un gran bosque de árboles, edificios, ríos y parques.

Madrid me recordó el encanto de algo que no tienen aquí, historia en sus edificios, las calles de la Latina, Sol, Jacinto Benavente, ese encanto de Madrid que solo la capital tiene. Ese aperitivo que se alarga hasta después de la hora de cenar, esas flores que resaltan más que en cualquier otro lugar porque una flor en una calle de Madrid es lujo en estado puro. IMG_9734El camarero que te dice “hola majete que te voy poniendo” mi hizo recordar que estaba de nuevo en mi ciudad. No hace falta conocer al camarero es que en Madrid eso es así y punto. Al igual que la caña bien tirada o el calor que te acompaña hasta la 1 de la mañana.

Bremen huele a comida a cualquier hora, porque aquí comen cuando quieren y cuando pueden, y los puestos y tascas tienen funcionando las cocinas desde primera hora de la mañana hasta que llega la hora de Los Lunnis. No hay momento del día en el que por las 100 calles del centro no huela a Kebab, pizza, salchichas, curry, codillo y cualquier otro olor difícilmente distinguible debido al aceite de motor que utilizan para cocinar. En Madrid una calle te huele a calamares, la otra no te huele a nada, la otra te huele a peña de pueblo después de sus fiestas, la otra a la pescadería de la esquina, a humo de coche, a perfume de dos chicas que acaban de pasar, a la tienda de jabones de la Gran Vía o a la colonia de la famosa marca que se ubica en la Plaza del Marqués de Salamanca.

Cada vez tengo más claro que Madrid es como la playa en Agosto, o te encanta o la aborreces pero no hay término medio, y si vives en ella poco a poco te acabará atrapando o te acabará invitando a irte definitivamente porque la relación no será sana ni para Madrid ni para el inquilino.

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Sé que cuando dejé Bremen echaré mucho de menos “el verde”, correr por la ladera del rio, la sensación de estar en un bosque camino de la academia… pero después del recibimiento de la familia y de mis amigos…. ¡Adiós verde querido!

pues ya han pasado dos meses!

Ironías del destino, ya que un 25 de Abril, cumpleaños de un@s cuant@s amigos mios, boda de una muy amiga mia y dia de San Marcos, viajé para empezar mi miniaventura en las tierras de los trotamúsicos.

Pues han pasado dos meses exactamente desde entonces y ya tengo mi billete para la primera visita fugaz a mi ciudad natal… Madrid. No tendremos playa pero no nos hace falta porque nos tenemos los unos a los otros y cada barrio es una ciudad distinta, con sus bares, sus tiendas, sus personajes, etc. Si tienes la suerte de tener amigos en barrios distintos de la capital descubriras muchas maneras distintas de tirar una Mahou porque no sabe igual cuando la dejan correr que cuando utilizan la espatula, cuando le sueltan gas que cuando «tumban» el vaso, el que te da la caña rebosando con el que te la sirve para enmarcar, … hay cien Madrid dentro del mismo.

En estos dos meses he pasado por Bremen, Kassel y la ruta de los Hermanos Grimm, Colonia, Berlin, Lübeck, Hamburgo, Copenhagen, Praga y finalmente acabo la primera etapa de la aventura en Madrid, donde todo acaba y donde todo empieza.

Hace casi dos meses empecé a escribir este blog y continuaré haciéndolo mientras pueda para que me odieis un poco más viendo los post en facebook, twitter, WordPress, … desde entonces he escrito la nada despreciable cifra de 46 entradas, he tenido casi 2200 visitas, casi 800 visitantes y 32 comentarios. Lo mejor y lo que más ilusión me hace es poder ver el mapa que muestra desde donde se accedió al blog. Os pego un pantallazo para poder compartilo con vosotros ya que me hace pensar mucho en la cantidad de amigos y famlia que tengo dispersada por el mundo al igual que lo estoy yo.

Mapa entradas Blogs

¡Si os gusta una entrada no os corteis y compartirla donde más os apetezca! ¡El conocimiento humano pertenece a la humanidad!

Si más me despido durante dos o tres días que estaré con mi familia y amigos.

Echandote de menos…Soria que linda eres!

Normalmente cuando escribo suelo tener antes un borrador con ideas, fotos o simplemente recuerdos que me ayuden a escribir. En el móvil, o en el mismo ordenador suelo ponerme notas o post-it para recordar experiencias que considero que deben de aparecer en el post por ser graciosas o significar algo.

Hoy no me hacen falta recuerdos porque todos lo que necesito no se borraran de mi cabeza por muchos años que pasen. Hoy, en mi cabeza, se dibuja con una maravillosa nitidez la silueta del Monte de Valonsadero, la calle del hostal hacia el Coso de San Benito o la Chata, los pulpitos desde los cuales los Agés cantan las subastas, …

monte de valonsadero

Hoy, miércoles 24 de Junio de 2015 a las 23:00, en el balcón del Ayuntamiento de Soria, se dará lectura del Pregón de Fiestas y yo no estará allí. No podré acompañar a las cuadrillas, peñas, jurados y sorianos en el tradicional paseíllo ni podré tomarme mis queridas cervezas en la Plaza de Herradores.

Las fiestas de San Juan de Soria son, desde hace unos años, prioridad absoluta en mi calendario anual, condicionando el resto de acontecimientos a esta fecha. De momento las bodas, bautizos y comuniones habían respetado esa fechas y no había tenido problemas para poder asistir hasta este año.

Este año el curso de alemán me está consumiendo hasta tal punto que teniendo el billete comprado para haber partido hacia tierras sorianas ayer martes 23 de junio deje que se fuera para NO perder clases del curso y descolgarme de un curso que, se presupone, me ha hará obtener un B1 en Octubre. Esto siempre que se apruebe el examen, que es harina de otro costal.

plaza de Soria

Este año no volveré a ir de copiloto con Jorge a los mandos de una máquina perfecta que deja atrás todoterrenos para colocarnos en los mejores sitios del Monte. Este año no despertaré al alba para empaquetar comida y bebida y disfrutar de uno de los mejores días del año con nuevos y amigos de toda la vida. Este año no escucharé Vino Griego en la barra de la peña “poca pena”. Este año no me abrazaré a desconocidos cuando las puertas de los toriles se abran para dejar paso al ganado que será conducido por lo caballistas hacia la plaza. Este año no comeré en compañía de miles de sorianos. Este año, cuando una interminable fila de coches se forme de retorno a Soria, no podré echar un último vistazo al monte para agradecer de todo corazón lo vivido.

Mi tradicional desayuno a base de torreznos y cerveza en la Hoz no se podrá repetir y no podré mandar una foto del mismo a casi la totalidad de los grupos de whatsapp, dando fe de que en Soria el Torrezno es religión, pues no hay torrezno como en Soria..

Torrezno

No habrá disfraz para el viernes de toros, ni bote hasta que dure, ni orquestas ni charangas en la puerta del Motel Art, ni ronquidos, ni vino derramado que acaba en risas y abrazos, no habrá plaza abarrotada ni coso invadido por sorianos y foráneos, no habrá pelota de playa dando vueltas sin un patrón definido, no habrá intención de toreo ni decepciones vestidas de luces.

En Soria los días de la semana tienen nombre; Miercoles el Pregón, Jueves la Saca, Viernes de Toros, Sábado Agés, Domingo de Calderas y Lunes de Bailas… y Martes a escuela.

Según la RAE la responsabilidad es cualidad de ser responsable o capacidad existente en todo sujeto activo de derecho para reconocer y aceptar las consecuencias de un hecho realizado libremente. Pero también dice al final que dicho de una persona es De posibles y digna de crédito. Supongo que eso que me llevo

El año que viene volveré a ir a las fiestas de Soria y el mal trago que pasaré hasta que el Lunes de Bailas toque a su fin, se tornará un mal sueño que dejaré atrás. Pero hoy, hoy me arrepiento de la responsabilidad que en su momento me invadió y daría el B1 de alemán por estar allí, junto a mis amigos de toda una vida y junto a mi querido abuelo Victoriano.

Descubriendo tu «no ciudad»

Todo el mundo dice que cuando vives en una ciudad, al final, acabas siempre en los mismos bares, restaurantes y lugares, principalmente porque los conoces y sabes que funcionan. Da pereza tener que pensar donde ir, innovar y salir de la famosa «zona de confort». Supongo que al fin y al cabo sabes que el resto de los sitios siempre estarán ahí para cuando te aburas y quieras cambiar.

Lo bueno de los sitios conocidos es que puedes saludar al camarero, no arriesgarte con esa tapa que te sentó mal (porque lo que me sentó mal fue la tapa y no las cervezas), o pedirle un Gin Tonic a tu gusto porque sabes que te lo pondrán exactamente como te gusta.

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Siempre que he salido con algún compi del curro, los cuales suelen ser todos de fuera, me han descubierto sitios nuevos, lugares que no hubiera descubierto ni queriendo porque ni siquiera estaba en mi radio de actuación. Gracias a ellos encontramos sitios buenos o muy buenos, pero nunca malos, porque ya se han preocupado de informarse antes por si acaso. Siempre que lo hemos comentado me han dicho que no entienden como puede ser posible que con todo lo que hay en Madrid no conozca más sitios y siempre acabe en los 4 o 5 de siempre.

Festival Bremen (2)
Al llegar a Bremen la tortilla se dio la vuelta y ahora soy yo el que se preocupa de buscar sitios que merezcan la pena y de intentar conocer lo máximo de una ciudad en la que cada día que pasa es un día menos que tengo para descubrir sitios nuevos. Plazas, iglesias, tiendas, bares y restaurantes… Si la mitad de los fines de semana no estuviera de viaje creo que me habría consagrado como gurú de Bremen en tripadvisor. Página, por cierto, que me ha hipotecado las comidas, en todos los lugares que visito ando siempre pendiente de hacer fotos para poder compartirlo y ayudar así a futuros viajeros en esta página y de paso voy coleccionando estrellas 🙂

El pasado domingo 14 de Junio fuimos a dar una vuelta por el mercadillo que ponen los domingos detrás de la estación de trenes (Bahnhof para los amigos alemanes). La verdad que el mercadillo en si no es muy grande, lo interesante es ver que la gente vende todo aquello que ya no necesita o no quiere. Hay familias enteras de alemanes, rumanos, árabes, octogenarios y chavales, toda persona que quiera vender algo que le sobre está allí. Cada uno vende lo que quiere y al parecer no hace falta licencia ni nada parecido. Mucha gente viene aquí a comprar y vender bicicletas, ya que si no eres muy exquisito, puedes conseguir una bicicleta con 30 ańos, made in germany, con luces y con un solo freno delantero.

Festival Bremen (4)

Es curioso que el amor por la vida de uno mismo decrezca según la latitud. En España las bicicletas siempre han tenido dos frenos, en Alemania solo tienen un freno y en Holanda no tienen ninguno y se frena invirtiendo el sentido de los pedales. La renta per cápita de Holanda es superior a la de Alemania y está es superior a la de España… Será para controlar el exceso de población!

Después de decidir la cantidad de cosas inútiles que nos compraríamos si estuviéramos viviendo aquí indefinidamente…

Pausa. Mientras escribo este post voy en el tren camino al aeropuerto para coger un vuelo a Copenague. Aquí es necesario enseñar, aparte del billete, la tarjeta de crédito que se ha utilizado para la compra. Una tarjeta de Evo Bank normal. Cuando la mujer la ha cogido me ha mirado se ha sonreído, me ha dicho «dunkel Kard, jejejeje». Que viene a ser algo así como «una tarjeta negra juasjuasjuas» No sé si iba con segundas o es que no ha visto una tarjeta negra en su vida. Humor alemán. Fin de la pausa.

Festival Bremen (5)
…prosigo el relato anterior. Después de mirar y no comprar nada fuimos hasta el final de una valla donde descubrimos que había como veinte puestos de comida, formando un pequeño mercado como el street food de Madrid. Había comida vegetariana, kebabs, salmón a la brasa, biológica, sándwiches, bretzels, arenques… Un sin fin de propuestas gastronómicas. Descubrimos que justo al lado había una pista de skate donde un monitor enseñaba a niños de todas las edades provistos de cascos, rodilleras, coderas, patinetes y monopatines. Justo detrás había un edificio de unas cuatro plantas y ya que andábamos descubriendo lugares decidimos entrar. Es lo bueno de no saber dónde vas, que nunca sabes lo que te puedes encontrar.

Resulta que la casa era una casa de cultura alternativa, algo parecido a una casa okupa pero en limpio. Durante el fin de semana estaban llevando a cabo un festival ecológico en el complejo del edificio. En una de las fachadas, habían montado un escenario con una pantalla y tumbonas para que la gente se pudiera acomodar para disfrutar de los artistas que iban sucediéndose. Mirando la información que había repartida por el edificio nos enteramos que el fin de semana pasado había estado Jarabe de Palo, que para ser sincero no me gustan mucho, por no decir nada, pero hubiera venido encantado a escucharles cerveza en mano y recordar tiempos de adolescente.

Festival Bremen (3)

Este fin de semana estaré en Tivoli, por lo que no podré seguir descubriendo la ciudad y el siguiente me bajo a mi querida Madrid. Después de ese lapso de tiempo tendré casi un mes para buscar ansioso rincones que merezcan la pena tener un hueco en la memoria que reserve para las experiencias vividas en Bremen.

Parque de Tivoli… Copenague

Sobran las palabras cuando vuelves a recordar a Peter Pan,  el parque de atracciones de Madrid, peliculas como «La invención de Hugo». Todo se para y solo te centras en disfrutar cada esquina, calle y puestecito que forman el seguno parque mas antiguo del mundo.

Os lo recomiendo y espero que de alguna manera las imagines transmitan algo de lo vivido.

           

Ruta de las Hadas (H.Grimm) Parte III

“Rapunzel, Rapunzel saca tu cabellera…” fue la canción que resonó en mi cabeza desde el momento en el que me desperté. Estuve todo el desayuno intentando recordar como seguía la dichosa cancioncilla que se me había metido en la cabeza por ciencia infusa y se resistía a dejar mi cabeza. Al final hice lo que todos hacemos hoy en día, preguntar a google que todo lo sabe, y si no lo sabe no hay problema, se lo inventa.

Era lógica la cancioncilla, la primera parada de nuestra ruta del tercer día iba a ser Trendelburg, con un imponente castillo en lo alto de un monte. La ciudad crece alrededor de este y forma calles y callejuelas a lo largo de toda la ladera. La casas, típicas de entramado de madera de esa zona, tienen hasta 400 años, el suelo es de adoquines, engorroso para nadar y para los coches en invierno pero idílico para completar la estampa de la pequeña ciudad.

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No hace falta mucha imaginación para ver a Rapunzel, sola y encerrada en la torre más alta del castillo con la trenza colgada por la ventana, esperando ansiosa su liberación. De hecho, el hotel que hoy se encuentra en el edificio del castillo, haciendo gala de su visión comercial, mantiene una trenza rubia coronada con un lazo rosa colgando de la torre que flanquea la entrada, Por lo que leímos la torre más alta se derrumbó por un incendio así que no debió de ser en esa torre en la que la pobre princesa permaneció atrapada, pero sí que vale para hacerse un idea. Gracias al hotel las piezas se conservan muy bien, incluso hay una zona de bancos con un entramado de árboles que si en finalizado el invierno, con los árboles desnudos, impresiona, en verano tiene que ser espectacular.

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Después de varias decenas de fotos proseguimos nuestro camino hacia el punto que más que más interés me había despertado desde que empecé a buscar información sobre la ruta.

El cuento de los hermanos Grimm citaba textualmente que en las profundidades del muy denso bosque de Reinhardswald, habitado por ciervos, jabalís y otros seres desconocidos, se encontraba un castillo en cuyo interior, una princesa de nombre Bella, aguardaba el beso de un príncipe que la hiciera despertar.

Efectivamente es un bosque denso, de película, con miles de árboles que pugnan por subir más alto y poder captar algún rayo de sol. Fuimos directos al castillo, fortaleza del siglo XIV y de nombre impronunciable. (Dornröschen o de Hofgesimar). Alrededor del castillo se abría un claro que permitía aparcar los coches e incluso dar un paseo por lo que antes hubieran sido las inmediaciones del palacio, después solo había bosque denso, muy muy denso. Al buscar datos de la zona descubrimos que es una de las áreas boscosas más densas y antiguas del continente europeo… ahí es nada.

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Si algún día vais fijaros en la estatua que hay al principio de la carretera que lleva al palacio, justo después de dejar el bosque. La imagen parecía más antigua que el propio castillo, pero no encontramos información alguna sobre la misma, desde entonces ando buscando información ya que debía de permanecer a alguna colección de estatuas que antaño hubieran flaqueado la calzada de acceso principal.

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No hace falta decir que el castillo hoy en día es una hotel, pero está vez de lujo, dónde de vez en cuando hacen representaciones del cuento de la Bella Durmiente para amenizar las cenas de los huéspedes

La recomendación de buscar la verdadera historia del cuento de la bella durmiente es algo que doy solo a aquellos que quieran terminar de romper su infancia en mil pedazos, yo no lo busqué aunque me enteré de cómo era despertada.

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Dejando atrás a Bella y su castillo donde el príncipe la despertó, nos adentramos de nuevo en la carretera que atravesaba, cual puñal, el bosque. De camino decidimos que, ya que era uno de los bosques más antiguos de Europa, podríamos dejar el coche en algún recoveco del camino y adentrarnos un poco hasta estar completamente rodeados y sentir lo que el príncipe debió de sentir alguna vez. Gran acierto y gran consejo si algún día andáis por estas tierras. La sensación, el olor, los sonidos… todo transforma el ambiente y hace que parezca que estás en un película donde elfos, brujas, gnomos y hadas conviven en ese bosque encantado.

Me hubiera gustado poder estar más tiempo, haber hecho una larga caminata por el bosque y descubrir rincones más oscuros pero no pudo ser, me quedo con la sensación vivida y con las ganas de volver, algún día a recorrer caminos inexistentes entre árboles centenarios.

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La cocina no es igual…

Puedo prometer y prometo que todos los días me hago la comida y la cena” Excepto lo miércoles de pizza y cerveza, claro está. Desde la primera vez que me fui a vivir con mi amigo Alberto siempre he cocinado en casa, incluso estando en casa de mis padres, muchas veces cocinaba.

Recuerdo, de pequeño, hacer tartas de manzana, bizcochos y tortillas francesas con mi madre. Supongo que en ese momento, y soportado siempre por una familia que ama la cocina hasta límites insospechados (que os voy a decir que no sepáis…), la cocina siempre ha sido una parte fundamental en mi vida. Es justo decir que no sólo en mi caló hondo la cocina, ya que, de los integrantes de mi familia posiblemente sea el que menos arte tiene en ella. Esto es consecuencia lógica de no seguir a pies juntillas las recetas y acabar intentando innovar, unas veces con suerte y otras veces con menos.

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En los viajes de amigos, reuniones de navidad y demás eventos lúdico festivos, siempre he querido cocinar para la gente con la que me encontrara, siempre se ha dicho que el cocinero disfruta de viendo comer primero, y comiendo después.

Como no iba a ser de otra manera, aquí en mi querido y “tiempocambiante” Bremen, he seguido con esa tradición, bien haciendo la comida o experimentado los martes o los jueves por la tarde que son las ratos que en mi apretadísima agenda tengo una rato libre.

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De momento el número de creaciones, que han salido de la cocina, han sido pocas. De esta lista, lógicamente, quito todas aquellos arroces, pastas, ensaladas y demás comidas de diario ya que no llevan más de media hora y no merecen estar en esta lista. El problema raíz es la materia prima, y me explico. Tienen zanahorias, un poco más caras que en España, pero tienen. El problema es que las de un sitio no saben a nada y las de otro se transforman, al segundo día, en chicles de zanahoria de piel oscura. Los pimientos, aparte de ser caros, brillan tanto que parecen pimientos de cera para una cesta de decoración o un bodegón. Las cebollas no hacen llorar, algo que parece que resta sabor y no llega redondear el plato como debiera. De la fruta se salvan las manzanas , algunas piñas y las cerezas, siempre a un precio superior. Del resto de la fruta no quiero hablar porque es muy feo llorar mientras se habla.

Aun así sigo decidido en cocinar con lo que hay, al fin y al cabo es lo interesante y donde realmente se puede aprender.

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El otro día hicimos una musaka vegetariana. Sustituimos el cordero por zanahoria, patata, champiñones, tomate y calabacín, manteniendo la berenjena como soporte. Cocine previamente todas las verduras e incluso puse la berenjena con sal para quitar el amargor antes de cocinarla. La bechamel la sustituimos por la típica salsa de yogurt griego, queso feta y huevo. He de decir que a la sala le añadí un toque de pimentón de la vera (regalo guardado con cariño desde España). Lo mejor del plato fue la salsa sin lugar a dudas. La berenjena se quedó demasiado blanda para mi gusto, y el calabacín tenía más agua que el Nilo. Ni mucho menos estaba mala pero olía mejor que sabía.

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Hace poco hicimos dos bizcochos, uno de limón y vainilla y el otro de zanahoria (que me estoy comiendo ahora mismo). El de limón, medio artesanal medio artificial, no quedo mal del todo, ligeramente apelmazado pero tenía buen sabor. Al de zanahoria le paso como a la musaka, tenía mejor pinta y olía mejor de lo que sabía.

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Por supuesto que la receta del bizcocho de zanahoria fue modificada y le añadí un poco de canela, y menos mal, porque las zanahorias han dado solo el color al plato y, aunque es verdad que el sabor a zanahoria no suele notarse mucho en este tipo de bizcocho, si al probarlo os dijera que es de palitos de cangrejo me hubierais creído.

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La prueba de lo que comentaba es que este bizcocho lo hice varias veces tanto en casa de mis padres como en mi propia casa y en ninguna de esas ocasiones supo menos a zanahoria. Lo tengo grabado a fuego en la cabeza, Cuando vuelva compraré zanahorias y haré un bizcocho para comprobar si efectivamente los recuerdos son ciertos o son solo fruto de una subconsciente que empieza a echar de menos España y manda señales confusas a mi cerebro para que no se le olvide de donde proviene y a donde pertenece.

Bizcocho

Kuss aus Spanien

Ingeniería Alemana…

Los últimos coletazos de la época de los samuráis en Japón, coincidió con el despertar al mundo de ese país. El emperador estaba haciendo que sus emisarios contrataran expertos de todos los países para modernizar al país del sol naciente y hacerlo entrar en una nueva era. AL igual que abogados franceses y banqueros ingleses, el emperador había pedido explícitamente ingenieros alemanes, ya que, durante mucho tiempo, habían sido considerados los pioneros en este campo.

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Hoy en día sigue viéndose de esta manera y el gran motor de Europa se apoya en su industria para continuar su andadura hacia una tercera era de prosperidad duradera. La percepción sobre la valía de la ingeniería alemana está lejos de cualquier duda y el potencial de sus empresas son prueba de ello.

Al entrar en una obra uno piensa que todo el mundo ira de blanco, nadie hablara y todo el personal entrará a las 8:00 y se irá a las 17:00. Esto es algo que cada vez veo menos en las obras que hay por la calle, con la coincidencia de que entre dos tardes a un edificio en obras y ahí seguían trabajando los operarios.

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El otro día entre en una tienda conocida (H&M) en busca de unos pantalones cortos ya que estábamos alcanzando los 30 grados y sinceramente es algo que cuando hice la maleta no había previsto en absoluto. Buscando mis pantalones encontré el piso superior en obras y que una sección de la misma estaba tapiada con paneles de “corchopan” en precario equilibrio. La música de la radio de los operarios se mezclaba con la música y de la tienda , los mozos y no tan mozos que llevaban a cabo la reforma voceaban al más por estilo “Manolo y Benito”.

No fue todo eso lo que más me sorprendió, al alzar la mirada al techo descubrí que la cinta americana no solo vale para hacer que los aviones vuelen, sino también para pender sobre las cabezas de los distraídos compradores, ávidos de rebajas, la losetas del techo que cubren cables, vigas y hormigón.

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Grata sorpresa en parte de ver que chapuzas son todos cuando se hace sin ganas, y cierto respeto ya que abandone aquella sección no vaya a ser que no fuera cinta americana de verdad y en su lugar la cinta adhesiva del chino estuviera haciendo su función.

Por supuesto, uno que no es de pueblo pero le hubiera gustado serlo, hice fotos para poder compartirlo en perfecto castellano y tener una excusa para decir que aquí, como en todas partes no es oro todo lo que reluce y que no sé cómo sería antes pero ahora “Alemania y España misma cosa”

Cuadriculados para todos…

Cuadriculados hasta para llevar armas y lo que se supone que se debe de hacer con ellas… 

 
Y no es la unica señal que hay por la ciudad.

¿Entiendo que puedo llevar armas fuera de este horario?

Empiezo a pensar que meten algo en las salchichas….

  

Primera salida con los del curso de Alemán.

Pues sí, se venía venir y tenía que ser más pronto que tarde. La primera quedada con la gente del curso estaba al caer, se sentía en el ambiente que ya tocaba, la gente lo había comentado en más de una ocasión y sólo faltaba que alguien tomara la determinación de ser el primero en alzar la voz. Sorprendentemente no fue ninguno de los sirios, ni las griegas ni siquiera los dos españoles que estamos en el curso. Una de las dos profesoras, Olga, de descendencia Rusa pero residente en Bremen desde hace muchos años, fue la que propuso realizar una barbacoa el fin de semana.

La Torre de Babel al lado de lo que sucedió fue de risa. Los árabes empezaron hablar de hacer un día u otro en perfecto árabe, las rusas y las griegas en una mezcla de Ruso y griego, la búlgara se unía al grupo de los rusos, Olga la profesora hablaba ruso con ese grupo mientras que en su limitado nivel inglés intentaba responder a mis preguntas. Por otro lado hablábamos los españoles. La chica de la India miraba a todos con cara de flipada intentando descifrar que decía cada uno de ellos. Los árabes elevaban el tono de voz cada vez más e intercambiaban frases con nosotros en inglés con dejes de alemán. Las dos ucranianas, que hablaban para el cuello de sus camisas, como decía un profesor mío, no querían perder el hilo con las griegas, la búlgara y la rusa y se vieron obligadas, por primera vez en su historia creo yo, a elevar el tono de voz. En ese momento ya daba igual, los siete árabes habían ganado la batalla y solo resonaba la lengua del profeta mientras que el resto esperábamos a que la profesora pusiera, por fin, orden en aquella batalla dialéctica.

Finalmente la fecha se eligió en el único día en el que todos podíamos, el lunes 8 de junio al salir de la academia. ¡¡¡Un Lunes por la tarde barbacoa!!! Esto era como poner un partido de la liga de campeones un viernes por la noche. Como dice el refrán “donde fueres, haz lo que vieres”

Después de 25 minutos de alemán de parvulitos todo el mundo sabía lo que tenía que llevar. Cada uno su comida que después compartirá con los demás, ensaladas, carbón, la parrilla, etc y yo por supuesto me encargaría de la música, ya que no estaba muy dispuesto a estar escuchando durante varias horas al Chayanne de Alepo o el TechnoHouse de Ankara.

El día llegó y una vez más hubo debate sobre cómo ir, en mi caso era fácil, yo iría en mi bici hasta allí y me volvería en bici. La ida eran poco más de 10 minutos y la vuelta, un poco más lejos de lo normal, 40 minutos. Estaba claro que con el viaje de vuelta que tendría que hacer llegaría a casa habiendo hecho la digestión y casi con ganas de volver a cenar.

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Como fui con la bici llegué primero y me dio tiempo a darme una vuelta por el parque, con un lago rodeado de árboles y pequeñas playas, pistas de tenis, un campo de Golf… La hierba del campo de golf parecía pintada, era como si hubieran cogido el material que se utiliza para simular el césped en las maquetas de tren y lo hubieran ido colocando con sumo cuidado a lo largo de los hoyos del campo de golf. Deje la bici en un árbol y me acerqué para tocar y comprobar que efectivamente era hierba y no plástico, lo que formaba el terreno del campo. Como se nota que por aquí les llueve de lo lindo, al final y al cabo el verde se paga, que dice un asturiano amigo mío.

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Poco a poco la gente fue llegando y las dos mesas que ocupábamos se fue llenando de comida de todo tipo. Ensalada griega con queso feta, ensalada de pasta búlgara, humus, pan de pita, pequeños trozos de pan horneados con miel, pan alemán, ¡que delicia!

Al lado del fuego se había puesto la carne que cada uno de nosotros habíamos traído, brochetas con curry rojo, hamburguesas, pollo especiado, salchichas y patatas con salsa de yogur, no pude contar cuantas cosas distintas había pero era casi imposible probarlas todas.

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La velada fue perfecta, todo el mundo colaboró y en poco más de 20 minutos ya estábamos dando buena cuenta de toda la comida que había en las mesas. No hay nada como la comida para aunar distintas culturas y si la comida es buena, mejor que mejor.

Después de jugar al futbol, al frisbi y seguir haciendo más comida a la brasa, se decidió jugar al balón prisionero. ¡Qué recuerdos! Era uno de los deportes a lo que jugábamos en el colegio y fue el argumento de una serie de dibujos animados que se llamaban “La bola de Dan”. Hasta aquello fue perfecto y todo el mundo acabó participando.

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Eran ya casi las 20 y tocaba despedirse, tenía un largo camino por delante y mi bici no permitía circular con ella por la noche ya que se requerían luces para ello, de lo contrario la policía podría advertirte o multarte y no estaba dispuesto a jugármela gratuitamente.

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Fue una tarde distinta y divertida, de la que me llevaré un buen recuerdo para España y la que espero no sea la única barbacoa que hagamos.