Ruta de las Hadas (H.Grimm) Parte III

“Rapunzel, Rapunzel saca tu cabellera…” fue la canción que resonó en mi cabeza desde el momento en el que me desperté. Estuve todo el desayuno intentando recordar como seguía la dichosa cancioncilla que se me había metido en la cabeza por ciencia infusa y se resistía a dejar mi cabeza. Al final hice lo que todos hacemos hoy en día, preguntar a google que todo lo sabe, y si no lo sabe no hay problema, se lo inventa.

Era lógica la cancioncilla, la primera parada de nuestra ruta del tercer día iba a ser Trendelburg, con un imponente castillo en lo alto de un monte. La ciudad crece alrededor de este y forma calles y callejuelas a lo largo de toda la ladera. La casas, típicas de entramado de madera de esa zona, tienen hasta 400 años, el suelo es de adoquines, engorroso para nadar y para los coches en invierno pero idílico para completar la estampa de la pequeña ciudad.

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No hace falta mucha imaginación para ver a Rapunzel, sola y encerrada en la torre más alta del castillo con la trenza colgada por la ventana, esperando ansiosa su liberación. De hecho, el hotel que hoy se encuentra en el edificio del castillo, haciendo gala de su visión comercial, mantiene una trenza rubia coronada con un lazo rosa colgando de la torre que flanquea la entrada, Por lo que leímos la torre más alta se derrumbó por un incendio así que no debió de ser en esa torre en la que la pobre princesa permaneció atrapada, pero sí que vale para hacerse un idea. Gracias al hotel las piezas se conservan muy bien, incluso hay una zona de bancos con un entramado de árboles que si en finalizado el invierno, con los árboles desnudos, impresiona, en verano tiene que ser espectacular.

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Después de varias decenas de fotos proseguimos nuestro camino hacia el punto que más que más interés me había despertado desde que empecé a buscar información sobre la ruta.

El cuento de los hermanos Grimm citaba textualmente que en las profundidades del muy denso bosque de Reinhardswald, habitado por ciervos, jabalís y otros seres desconocidos, se encontraba un castillo en cuyo interior, una princesa de nombre Bella, aguardaba el beso de un príncipe que la hiciera despertar.

Efectivamente es un bosque denso, de película, con miles de árboles que pugnan por subir más alto y poder captar algún rayo de sol. Fuimos directos al castillo, fortaleza del siglo XIV y de nombre impronunciable. (Dornröschen o de Hofgesimar). Alrededor del castillo se abría un claro que permitía aparcar los coches e incluso dar un paseo por lo que antes hubieran sido las inmediaciones del palacio, después solo había bosque denso, muy muy denso. Al buscar datos de la zona descubrimos que es una de las áreas boscosas más densas y antiguas del continente europeo… ahí es nada.

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Si algún día vais fijaros en la estatua que hay al principio de la carretera que lleva al palacio, justo después de dejar el bosque. La imagen parecía más antigua que el propio castillo, pero no encontramos información alguna sobre la misma, desde entonces ando buscando información ya que debía de permanecer a alguna colección de estatuas que antaño hubieran flaqueado la calzada de acceso principal.

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No hace falta decir que el castillo hoy en día es una hotel, pero está vez de lujo, dónde de vez en cuando hacen representaciones del cuento de la Bella Durmiente para amenizar las cenas de los huéspedes

La recomendación de buscar la verdadera historia del cuento de la bella durmiente es algo que doy solo a aquellos que quieran terminar de romper su infancia en mil pedazos, yo no lo busqué aunque me enteré de cómo era despertada.

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Dejando atrás a Bella y su castillo donde el príncipe la despertó, nos adentramos de nuevo en la carretera que atravesaba, cual puñal, el bosque. De camino decidimos que, ya que era uno de los bosques más antiguos de Europa, podríamos dejar el coche en algún recoveco del camino y adentrarnos un poco hasta estar completamente rodeados y sentir lo que el príncipe debió de sentir alguna vez. Gran acierto y gran consejo si algún día andáis por estas tierras. La sensación, el olor, los sonidos… todo transforma el ambiente y hace que parezca que estás en un película donde elfos, brujas, gnomos y hadas conviven en ese bosque encantado.

Me hubiera gustado poder estar más tiempo, haber hecho una larga caminata por el bosque y descubrir rincones más oscuros pero no pudo ser, me quedo con la sensación vivida y con las ganas de volver, algún día a recorrer caminos inexistentes entre árboles centenarios.

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