No me gustan los hospitales… Blinddarmentzündung

Nunca me hIMG_9803an gustado los hospitales; son fríos, impersonales y a pesar de no hacer nada acabas muy cansado. Quizás por historias pasadas no les tengo mucho aprecio, y prefiero curarme en mi casa, siempre y cuando sea posible.

No creo que costará mucho alegrar un poco esos edificios de hormigón, con 4 cuadros de colores, 7 cintas rojas o baldosas aleatorias de algún color creo que el ambiente sería distinto. Alegrar las estancias con flores de plástico, decorar los carros en los que se sirven la comida o se toma la tensión, poner periódicos gratuitos en las plantas de los hospitales. Creo que hay mil y una maneras de poder hacerlo.

Siempre me he preguntado cómo serían los hospitales en otros países y si la atención sería igual o no. Pues bien, hace poco menos de un mes tuve la ocasión de comprobarlo….

IMG_9778Hace años, mi hermano mayor empezó a tener dolores en la tripa, después de llamar al médico y que este dijera que no era nada, nos quedamos más tranquilos. A las pocas horas el dolor siguió aumentando, volvimos a llamar al teléfono del Samur, Suma o lo que fuera, que nos habían facilitado anteriormente, y la misma persona que había atendido a mi hermano nos dijo algo así como “eso no es nada, deje de tocar las narices”. Todo por no ir a urgencias y no colapsar más los hospitales. Finalmente decidimos ir al hospital porque la pinta de apendicitis era llama clamorosa.

Efectivamente, al llegar al hospital, el diagnóstico fue claro, apendicitis de urgencia que pasa a ser peritonitis en un suspiro. Es verdad que es una operación que generalmente no conlleva ningún riesgo siempre y cuando la trates a tiempo, ya que si no puede ocasionar algún problemilla más importante como morirte.

Finalmente Caco salió airoso cual campeón castellano y a día de hoy campa libre por los campos con su IMG_9776cuadrilla cubriéndole la retaguardia y disfrutando de un peso menos que tener que llevar consigo. Adiós apéndice, adiós!

Después de mi visita fugaz a España, al levantarme el domingo noté un dolor aguado cerca del ombligo. “será de lo que comí y bebí en España”, algo lógico de pensar. Me fui a comer a un alemán por si acaso no había metido bastante al cuerpo y al llegar a casa el dolor se acentuó. Después de hablarlo durante un rato decidimos que esperaríamos hasta la mañana siguiente a ver como evolucionaba y en función de cómo lo vieran actuaríamos en consecuencia.

¡Vaya noche pasé! Dormir no dormí mucho, lo peor era que si me movía me molestaba o incluso llegaba a doler de verdad. Haciendo de tripas corazón me fui a la academia de alemán y me medio acosté en la silla esperando que el dolor se pasara escuchando hablar ese idioma creado para insultar a los caballos. Cuando volvía de la academia el dolor se acentuó un poco y luego bajo otra vez, ya no sabía que pensar. Con una excusa ridícula llamé a mi hermano mayor para preguntarle cómo habían sido sus dolores cuando le tuvieron que operar y que es lo que había sentido. Además me puse a buscar los típicos ejercicios de apretar y soltar en la zona del dolor, encoger las piernas, etc. Ninguna de estas pruebas me daban el resultado que debiera, aun así Caco me dijo que no me la jugara y que no fuera tonto, que me acercara al hospital por si acaso.

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Pues eso hice… dicho y hecho. Después de esperar una media hora en el Krotes Kraus KrankenHaus me sacaron sangre, me hicieron una eco y me preguntaron desde hacía cuanto tenía ese dolor. Al rato me dijeron que el apéndice estaba más o menos bien, que los análisis estaban un poco altos pero tampoco mucho…. No tenían ni idea :-/

IMG_9773Si os preguntáis en que idioma hablábamos os diré que en perfecto inglés con palabras mezcladas de alemán. No todos los médicos, enfermeros, voluntarios, etc hablan inglés pero una de las doctoras sí que dominaba bastante y gracias a eso pudimos entendernos sin problemas.

Bueno, si los análisis no dicen nada me voy para casa…. Ja Ja Ja. ¡Tú de aquí no te mueves campeón! Me dijeron que de momento tendría que pasar una noche allí ya que no estaban seguros de nada y que no se querían arriesgar. Por mi parte insistí que en vivía a 4 paradas en Tram del hospital y que en bici podía estar en la puerta en 8 minutos si la cosa iba a peor, que prometía que me iba a portar bien y que no iba a comer ni a beber nada. (Y eso que llevaba desde las 12:30 de la mañana sin comer y ya era las 10 de la noche) No hubo manera de convencer a la médico de que me dejara salir del hospital. Al menos conseguí que un enfermero majete, que me decía que no entendía que hacía en Bremen con el clima tan malo que tiene siendo de España, me cambiara la vía de brazo ya que la que me había puesto la doctora me estaba doliendo como si un Alien estuviera creciendo dentro de mi piel. (ver foto adjunta jejejeje)

En fin, que me tocó quedarme la noche en una habitación compartida con un abuelete, muy majo y en plena forma, que había tenido que sufrir la misma operación que, en principio, sufriría yo a la mañana siguiente.

Vaya noche pasé, me leí la mitad del cuarto libro de juego de tronos del tirón. El dolor había remitido un IMG_9768poco pero era incapaz de dormirme en el hospital y mil y un recuerdos bombardeaban mi cabeza cada vez que cerraba los ojos, Que poco me gustan los hospitales…. Al final a eso de las 3 de la mañana debí de dormirme con el Ibook encima de mí. Por supuesto esto es Alemania, así que a eso de las 5:30 ya había amanecido y sin persianas el sol entró cual caballería de Rohan por la ventana.

Cierto es que me dolía menos la tripa y así se lo dije a los 5 doctores que pasaron a revisar mi estado sobre las 6:30 de la mañana. Todos majetes y todos tocando la tripa y esperando que en algún momento diera un grito de dolor para poder practicar con sus juguetitos en el quirófano. Pues no hubo gritito de dolor ni cosa que se le parezca, de hecho, durante las horas siguientes, el dolor remitió completamente y me dediqué a inspeccionar el hospital; subí escaleras, bajé al lago que bordea la fachada norte del edificio principal, pasee entre los pacientes y acompañantes que bebían café en el bar del hospital, me senté en la terraza del restaurante, tiré piedras desde los árboles que flanqueaban el estanque… el aburrimiento ya era mortal. Descubrí, que al final de los pasillos, había libros que una ONG donaba para que la gente que fuera al hospital pudiera coger cuando quisiera. También descubrí que la música que había en los pasillos venía de radios que los auxiliares había colocado para animar a los pacientes durante el día.

IMG_9769 Cuando pasaba delante del control de enfermería escuchaba que decían “Ese es el chico español pero solo habla inglés y español” en perfecto alemán; yo siempre respondía lo mismo, “Aber spreche ich ein bisschen Deustch” y todo el mundo me miraba sorprendido y al final acabábamos de risas.

Después de otros dos análisis de sangre, uno de orina, otra ecografía y otros tantos reconocimientos físicos, por parte de los doctores, aquello seguís sin estar claro. Iba a dar ya las 18:00 de la tarde y prácticamente no me dolía. Me habían dado de comer unos macarrones con tomate que me supieron a gloria después que le dijera a una mujer majísima que el pescado no me sentaba muy bien al estómago. ¡Bendita mujer!

Busque al doctor y le dije que si me podía ir ya y me dijo que en principio tendría que estar allí otra noche más como mínimo ya que no estaba claro y que no veían signos de apendicitis… ¿en serio?. Tirando de retórica inglesa, promesas futuras, buena voluntad y cara de pena del gato de Shrek convencí al buen doctor de que me dejara irme a casa, que no me portaría mal y que a la mínima que notara en la tripa vendría corriendo hacía el hospital.

IMG_9777Costó pero se consiguió y finalmente me dieron el alta y pude volver a mi querida cama. Solo tengo palabras de agradecimiento para la gente de aquel hospital, nunca, jamás en mi vida me han tratado tan bien y con tanto cariño en un hospital. Hay de todo, eso está claro, pero a mí me tocó la parte buena.

Por cierto la tripa no me volvió a doler de esa manera, mi apéndice sigue conmigo y nunca se supo que fue lo que paso durante 54 horas que recordaré como una aventura más en Bremen.